Esta ruta esta indicada para hacer en coche, la hemos bautizado como la “Ruta del Románico” desde el Peña Montañesa, y hemos elegido tres lugares únicos y con alto valor religioso y cultural del románico.
Primer punto desde el Hotel Peña Montañesa: Muro de Roda. Se accede a este conjunto religioso-militar desde Tierrantona. Para llegar debemos de ir hasta Ainsa. Una vez aquí giraremos a la izquierda dirección Campo. Recorreremos unos 15 minutos con el coche, y, tras atravesar un túnel, nos desviaremos a la derecha en dirección al valle de La Fueva, hasta que lleguemos a la nombrada Tierrantona. Llegaremos a Muro de Roda a través de una pista forestal, que no es recomendable para turismos, situada en la mitad del pueblo, tras las escuelas.
Su iglesia de Santa María, románica del XII es de una sola nave amplísima, acabada en tres ábsides. Alrededor de la Iglesia se encuentra una muralla que recorre toda la cima.
Continuaremos nuestra ruta medieval por Ribagorza, nos acercaremos a Roda de Isabena y remontando la carretera hasta el Cañón de Bonansa llegaremos al Monasterio de Obarra.
Lo primero es llegar desde Muro de Roda a Graus, la recomendación es desde Tierrantona hasta Graus por la carretera de Troncedo. Una vez en Graus cogemos la carretera de Capella y llegaremos rápidamente a Roda de Isabena.
A todos llama la atención la impresionante catedral de Roda, y las fechorías que hizo allí el famoso Eric el Belga. Su trazado urbano presenta un marcado carácter medieval. La catedral presenta tres criptas, bajo las cabeceras de sus tres naves, y el claustro.
Junto al templo, el palacio prioral, del siglo XVI, con el que se completa una visita ineludible.
Salimos de nuevo de la localidad y nos dirigimos al norte tomaremos de nuevo la A-1605 en dirección a La Puebla de Roda y, tras cruzar esta población, continuaremos adelante hasta alcanzar nuestro destino.
El monasterio dedicado a Santa María de Obarra, se ubica en un espectacular y apacible paraje a orillas del río Isábena. El conjunto, de origen visigodo (siglo IX) lo componen tres edificaciones, por lo que podemos suponer la importancia que tuvo este monasterio: la iglesia de Santa María y la ermita de San Pablo, ambas del siglo XI y estilo románico, y el palacio abacial (siglos XII al XVI), parcialmente en ruinas.